Durante la historia estadounidense, su legado continuó está plagado de batallas, militarismo e invasiones a otros territorios con la excusa de “progreso y desarrollo”. Con Afganistán no ha sido la excepción. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se encuentra en una encrucijada política increíblemente tensa.
Tras el caótico repliegue de sus tropas en Afganistán, y el espumante ascenso del grupo extremista Talibán, tras 20 años de guerra, que fue comparada con la derrota en Vietnam.
Si bien la salida de Afganistán cuenta con el respaldo de siete de cada diez estadounidenses, según la última encuesta del laboratorio de ideas Chicago Council on Global Affairs, las imágenes de centenares de afganos agolpados en el aeropuerto de Kabul tratando de acceder de forma desesperada a los aviones estadounidenses arrojan sombras sobre la capacidad de liderazgo mundial de Washington.
La comunidad internacional ha reconocido que el mandatario ha perdido “mucho respeto y credibilidad”, tras las imágenes de millares de afganos abordando aviones estadounidenses.
Biden, llegó a la Casa Blanca prometiendo el regreso de Washington al liderazgo internacional, sin embargo, en el discurso que dio recientemente dejó clara su decisión de salir de Afganistán ya que el objetivo, dijo, “nunca fue crear una democracia” en ese país.
“Biden pasará a la Historia, justa o injustamente, como el presidente que estuvo al mando durante el humillante último acto del experimento estadounidense en Afganistán, uno que se estuvo gestando desde hacía mucho tiempo”, señaló David E. Sanger en The New York Times.