La inflación en España registró en abril un incremento del 8,3%, frente al 9,8% que alcanzó en marzo, según ha confirmado el Instituto Nacional de Estadística (INE), un porcentaje menor en comparación con el mes anterior.
Se trata de la mayor baja registrada en un mes en los últimos 35 años, se compara ya con abril del año pasado en el que los precios empezaban a subir un poco más por el menor incremento de los precios de la energía y por el impacto de la bonificación de carburante que aprobó el gobierno y que entró en vigor el 1 de abril y ha servido para contener las subidas de la gasolina y el gasóleo.
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A pesar de que la moderación del índice podría representar buenas noticias para la economía de las familias en España, así como para la competitividad de las empresas, existen dos aspectos que ensombrecen este aspecto.
Los precios en España siguen en alza, incluso más que en el resto de países europeos: en Francia, por ejemplo, repuntaron un 4,8% en abril; en Italia, un 6,2%, en Portugal, un 7,2%; y en Alemania, un 7,4%.
Este índice no contempla la evolución de productos energéticos y alimentos frescos, por ser más volátiles, estos se han disparado en abril 1,8 puntos frente a marzo lo que sitúa la tasa interanual en el 4,4%.
Esto significa que más de la mitad de los bienes y servicios suben ya por encima del 4%. Hace cinco meses, en diciembre, cuando el IPC general subía un 6,5%, sólo 49 productos de esos 199 se encarecen por encima del 4%.