Durante su discurso en la conferencia del partido conservador del Reino Unido, Truss dijo que el país se ha vuelto demasiado dependiente de regímenes autoritarios a cambio de bienes y energía barata.
Esta será la primera vez que China será catalogada como una amenaza para la seguridad nacional británica, un estatus que pondrá a los chinos bajo la misma categoría de Rusia.
Esta movida ha generado diversas reacciones en medio de la dura situación económica por la que atraviesa el país y la crisis política reflejada en la impopularidad de Truss.
Expertos señalan que generar políticas irracionales contra Beijing demostraría que el Reino Unido se desmorona frente a los deseos de Washington.
La política anti China incluso podría convertirse en un fracaso diplomático para la Primera Ministra frente a las siguientes elecciones, algo que lejos de mejorar su débil imagen, terminará por hundirla.