En la frontera entre Bielorrusia y Polonia miles de migrantes se han acumulado durante las últimas semanas con la esperanza de seguir transitando hacia Polonia. En este lugar, la situación se ha complicado debido a la acumulación de los mismos, que esperan ingresar a la Unión Europea.
Autoridades polacas han reforzado la seguridad fronteriza, junto con el ejército y evitando los intentos de los inmigrantes ilegales de entrar al país, culpando a Minsk (capital de Bielorrusia) de la crisis migratoria. Estas acusaciones han sido negadas por Bielorrusia, que afirma que Polonia está expulsando a la fuerza a migrantes hacia su territorio.
Este martes, las fuerzas de seguridad polacas utilizaron distintas herramientas como gases lacrimógenos, granadas paralizantes y cañones de agua contra los migrantes en la frontera con Bielorrusia, que intentaron derribar vallas y cruzar hacia territorio polaco.
Funcionarios del Ministerio de Salud de Bielorrusia confirmaron que 21 migrantes de Marruecos, Turquía, Cuba, Irak, Sri Lanka, Siria, Congo, Costa de Marfil y Sudán habían buscado ayuda médica desde que las tensiones fronterizas aumentaron hace una semana. Cuatro personas fueron hospitalizadas, incluyendo a tres niños.
Lituania, Letonia y Polonia han informado que desde julio ha habido un aumento en el número de migrantes ilegales que cruzan desde el país vecino Bielorrusia. En septiembre, Polonia declaró una emergencia en las regiones fronterizas con Bielorrusia, enviando personal militar y fuerzas policiales adicionales a la frontera y erigiendo cercas de alambre de púas en varios sitios.
Dentro de esta crisis migratoria La Unión Europea mantiene que no discutirá con Minsk el tema de las sanciones con motivo de la crisis migratoria, así lo confirmó el portavoz jefe de la Comisión Europea, Eric Mamer. Así, Bruselas mantiene su postura frente al Gobierno de Alexander Lukashenko.
“Mantendremos conversaciones técnicas con las agencias de la ONU, en particular el ACNUR y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), y las contrapartes bielorrusas para facilitar la repatriación de las personas que se encuentran en la frontera. No se trata de ningún tipo de negociación con el régimen de Lukashenko”, afirmaba Eric Mamer.
Los ministros de Exteriores de los países del G7 acusan a Bielorrusia de organizar esta ola de inmigración ilegal y exigen detener la agresiva campaña de explotación de personas. En su declaración dicen que el Gobierno de Lukashenko intenta desviar la atención de las violaciones a los derechos humanos que se cometen en su país.